sábado, 23 noviembre, 2024
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Cómo explicar a los niños un desastre natural como la DANA, según un psicólogo: Hay que decirles que ha muerto gente

Varios niños pasean por una calle de Aldaia tras salir del colegio, a 12 de noviembre de 2024, en Aldaia, Valencia (Alejandro Martínez Vélez / Europa Press)

Más de dos semanas después de las inundaciones provocadas por la DANA, miles de niños valencianos vuelven a sus escuelas para intentar recobrar la normalidad. Medio centenar de centros educativos han reabierto sus puertas para continuar con el curso escolar, aunque 45 de los 92 afectados permanecerán por el momento cerrados al encontrarse en la zona cero del desastre. Esta segunda “vuelta al cole” se produce en mitad de un clima de angustia generalizada y caos en el que los más pequeños también han sido partícipes.

Aunque tanto para padres como para niños ha supuesto un alivio este nuevo arranque hacia la normalidad, lo cierto es que esta aún está lejos de alcanzarse, especialmente si son familiares de víctimas o han sufrido daños materiales. El doctor Miguel Calero, psiquiatra infanto-juvenil de menteAmente, expresa en una entrevista con Infobae España la importancia de hablar de conceptos como la muerte desde los colegios, así como explicar de manera clara lo que ha ocurrido aunque adaptando la narrativa a la edad del niño. Respetar su tiempo de duelo y ofrecerle explicaciones son algunos de los factores clave.

Pregunta: ¿Cuáles son las secuelas psicológicas que puede dejar en los niños una catástrofe natural de la magnitud de la DANA de Valencia?

Respuesta: La secuela más grave, aunque también la menos frecuente, que van a desarrollar los niños que hayan tenido las experiencias más extremas, que hayan visto a alguien fallecer, que hayan estado a punto de perder la vida o que hayan visto situaciones de mucha violencia o peligro durante unos minutos, es que pueden desarrollar el trastorno por estrés postraumático. Lo que les va a ocurrir primero es que durante un periodo inicial van a estar más encerrados, aislados, apagados. Pueden tener en el futuro ante situaciones que no son per se estresantes (como la lluvia o que un familiar se vaya de casa) disparadores o triggers que les van a provocar crisis de pánico, sensación de muerte inminente… Y estos son los que probablemente necesiten más apoyo, más intervención terapéutica y más seguimiento.

En segundo lugar, el duelo. Sabemos que no se puede comparar la muerte de alguien con la de otra persona, pero aquellos duelos que son repentinos, de una manera accidental, son duelos un poco más complicados. Cuesta más entenderlos porque no hay una razón detrás del por qué. Y en este caso, como la familia también está afectada, pues le puede costar un poco más gestionarlo.

Por último, todo lo relacionado con con ansiedad y depresión, que es típico en situaciones de desastres naturales, es esta sensación de vacío ante un entorno totalmente destrozado. Esto es probablemente lo que vamos a ver también en muchos adultos: esta sensación de abandono, de ansiedad y de que la vida nos está poniendo un poco en su contra.

P: ¿Cuáles serían los síntomas de esos miedos?

R: Los más evidentes son que puede llevarles a un ataque de pánico o a un aislamiento posterior. Pero hay otros menos evidentes: si un niño ha perdido a un familiar, todo lo relacionado con que sus padres se ausenten de casa un tiempo puede dispararle esos miedos. Son cosas que a lo mejor no tienen una relación tan directa con la lluvia, pero en su mente sí.

P: ¿Es posible que el niño desarrolle algún tipo de fobia a raíz de haber sufrido un desastre natural de este tipo?

R: No solo es posible, es lo esperado. Hasta cierto punto es bueno que los chicos desarrollen esta fobia juntos. Es un evento que les ha ocurrido y es natural como parte de la supervivencia que desarrollen alarmas para detectar estas situaciones antes y de manera más activa. El problema es que esta alarma que nos hace ahora ser más conscientes, como es el ejemplo de Málaga, se vuelva desorganizada, como que cada vez que llueva el pequeño se ponga a llorar. Es esperable que tengan estas reacciones y tenemos que acompañarlas, permitirles hasta cierto punto expresar ese malestar. Y, con el tiempo, controlar ese miedo, pero es un proceso que lleva meses y no es bueno acelerar.

P: ¿Cómo se le ha de explicar a un niño lo que ha ocurrido? ¿Hasta qué punto precisan de saber tanta información?

R: Es necesario hablar con claridad de lo que ha ocurrido. Hay que informales sobre qué es una catástrofe, qué ha dañado e incluso decirles que hay gente que ha muerto. Pero según la edad del niño hay que adaptar la información. En menores de seis años, hay que explicar qué ha ocurrido pero garantizándoles que ellos van a estar seguros. Entre siete y doce, podemos entrar más en detalles e ideas abstractas como la responsabilidad. En esta edad, es muy importante entrar en el mundo emocional sobre cómo se sienten. Con los mayores de doce años, la conversación que podemos tener con ellos es prácticamente como la de un adulto.

P: ¿Considera que debería ser un tema a tratar en los colegios?

R: La muerte, los desastres naturales y los grandes momentos de sufrimiento son un tema importante a tratar en los colegios. Hacer un trabajo concreto sobre el estrés postraumático en personas que han pasado un desastre natural es una información muy concreta, por lo que puede ser útil generalizarlo al entorno familiar, fallecimientos… También es verdad que en los últimos años las situaciones catastróficas en España son más frecuentes, por lo que podrían cambiar en un futuro.

El día después de la dana más devastadora del siglo.

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