El costo de la producción en la Argentina subió un 25% en dólares desde finales de 2023, de acuerdo a una reciente medición. Allí se observó que los industriales argentinos pierden competitividad en un escenario de apertura comercial y desregulación. Empresarios advierten que por la suba estacional las facturas de la energía se multiplicaron hasta tres veces. Un exasesor de Javier Milei advirtió que la estabilización será insuficiente sin una agenda de mejora estructural de la competitividad.
El dato corresponde a un relevamiento al Índice del Costo Argentino de la Producción, elaborado por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Pese a la pax cambiaria y la baja del riesgo país, la industria sigue perdiendo competitividad por factores exógenos a las fábricas. El trabajo que realizó el exasesor de Javier Milei, Fausto Spotorno, destaca que “el costo de producción en Argentina se incrementó un 25% en dólares desde diciembre del 2023, mientras que el IPP estadounidense mostró una variación cercana al 4%”.
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Para el reconocido consultor “esta divergencia revela que el encarecimiento de los costos locales se explica principalmente por factores domésticos como la apreciación real del tipo de cambio”.
El documento destaca que “la mejora en las condiciones financieras todavía no logra compensar el impacto de la inflación, la recomposición salarial y el encarecimiento de insumos clave”. Para Spotorno “estos incrementos afectan negativamente la rentabilidad, dificultan la planificación a largo plazo y limitan la capacidad de inversión y expansión de las empresas”.
Aumentos que no se pueden trasladar
Los industriales aseguran que la suba de costos no se puede trasladar al consumidor y que la inflación hoy está siendo motorizada por los servicios. “El juego de los precios se está jugando en otro lado. No se está pudiendo convalidar valores por el achicamiento del mercado y porque hay mucho producto importado, en el sector metalúrgico crecen 5% mensual las importaciones”, advirtió Elio Del Re, presidente de ADIMRA.
Mientras tanto, la suba de costos sigue y el titular de Industriales Pymes de Argentina, Daniel Rosato, advirtió a Ámbito por un nuevo salto de la energía. Aseguró que en algunos casos las facturas se triplicaron en el último mes por el componente mayorista.
En el sector textil aseguran que el mercado se achica: “Viene todo muy complicado, lo que vemos es que no hay demanda, la situación se tensa cada vez más y el empleo se va a resentir”, dijo Mauro Gonzáles, empresario del sector y presidente de la Confederación Pyme.
A diferencia de lo que sucedía meses atrás, en la Unión Industrial Argentina (UIA) la coincidencia es casi total: “La cosa así no va”. Los empresarios tomaron a la suba del dólar de las últimas ruedas como un síntoma de que tarde o temprano, tiene que haber cambios en la política económica, ya sea por la vía fiscal o por el frente cambiario.
Con la estabilización sola no alcanza
El informe de la UADE también amplía el horizonte y compara los niveles actuales de producción industrial con los de abril de 2017, último período de relativa estabilidad en Argentina, y advierte que “se observa un deterioro más pronunciado” porque catorce de los dieciséis rubros presentan caídas.
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El trabajo de Spotorno plantea algo de fondo: que la estabilización no será suficiente sin reformas estructurales. “Es imprescindible avanzar hacia una competitividad estructural que no dependa de ajustes cambiarios, esto implica políticas como la reducción de los costos operativos, la mejora de la productividad y eficiencia en todos los niveles”, dice y agrega que “resulta clave impulsar una agenda de reformas como la impositiva, además de impulsar inversiones estratégicas en infraestructura logística y energía e incentivos a la innovación”.
En líneas generales, los industriales coinciden con esa lectura, pero destacan que la situación es urgente. Y sobre todo, advierten que con las exportaciones de países asiáticos que cuentan con altos niveles de subsidio, será imposible competir. Reclaman una política comercial que tenga en cuenta las conductas anticompetitivas que son cada vez más habituales en un mundo en guerra comercial.