Cerraron 16.000 kioscos de barrio en el último año y avanzan las grandes cadenas. De 112.000 establecimientos formales se pasó a 96.000, según la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), en base a datos de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA).
“Cierran kioscos de barrio y abren de cadenas”, le explicó a Clarín el vicepresidente de la cámara, Ernesto Acuña. Están 40% abajo en ventas comparado a junio pasado.
Según la consultora NielsenIQ, un total de 89.936 kioscos relevados terminaron 2024 con una baja de 16%. Las bebidas representan 60% de su facturación, la categoría que más cayó (17%). Le siguen golosinas, con casi 23%; galletitas; con casi 11%; y cosmética y tocador, con casi 3%.
“Se caen del sistema por la menor compra y la suba de costos fijos como tarifas y alquileres. El kiosco es uno de los que más lo siente porque el consumidor lo primero que recorta son gustos que se da”, consideró Acuña.
Pero la situación viene de hace, al menos, 10 años. Según UKRA, el sector enfrentó dificultades en el gobierno de Mauricio Macri, con 28.000 cierres, y en el mandato de Alberto Fernández, con 50.000, la mayoría en el inicio de la cuarentena. De esa manera, ya desaparecieron 94.000.
Asimismo, crece la informalidad. “Los cierres son de kioscos registrados con una razón social activa. En paralelo, están los ilegales de quienes abren una ventana de sus casas y se ponen a vender, práctica que gana lugar”, señaló Acuña.
Están los que buscan oportunidades en inmuebles que quedan vacíos o prueban suerte mudándose de zona. “Muchos venden el fondo de comercio porque no les es redituable, y vienen otros que le cambian el nombre. Pero con el tiempo se desintegran, se achican y finalmente cierran. Hay una recesión generalizada en la industria”, lamentó.
Aunque la situación es dispar según la región. “En barrios porteños como Belgrano, Palermo y Recoleta, la caída del consumo no es tan notoria. En cambio, kioscos de la Avenida Rivadavia en dirección al sur de la Ciudad no están vendiendo casi nada. En el Conurbano es donde más se siente la contracción. Kiosqueros del Interior tienen distintas realidades”, comparó.
Los kioscos se reinventan
El cambio de hábitos los lleva a ser creativos. El negocio se reinventa con nuevas marcas para captar a los diferentes segmentos de clientes, con propuestas más accesibles para los de menor poder adquisitivo y líneas más gourmet y saludables para los que pueden pagar por lo premium.
La estrategia apunta especialmente a bolsillos acotados. “Lo más caro es lo más afectado, como tabletas de chocolates grandes. Algunos ya están dejando de traer primeras marcas como Toblerone”, resaltó Acuña.
Y ejemplificó: “Se venden más paquetes chicos de cigarrillos, como los Marlboro Crafted, que cuestan $ 2.000, versus los Marlboro Box, que están a $ 5.000”.
“Se buscan promociones y marcas alternativas. Si no se vende, quedan stocks que vencen rápido. Y las empresas de consumo masivo tratan de mover sus artículos con ofertas y 2×1, como tres alfajores simples de Arcor por $ 2.000 finales”, describió.
También diversifican la oferta. Según NielsenIQ, creció 16% la variedad en 2024, con gaseosas como Manaos y Placer, los alfajores Fantoche y Chocman, las toallitas femeninas Doncella y Calipso, y las máquinas de afeitar Astra.
“Suman café y comida al paso o se convierten en almacenes con panificados. También incorporan artículos de librería y juguetes”, detalló Acuña.
Luego de que ARCA denunció al Señor del Tabaco, Pablo Otero, por lavado de dinero, les pidió a los kioscos que informen a qué precio venden los cigarrillos, ya que la Secretaría de Comercio encontró diferencias de casi 115% entre la información que el fisco recibe y lo que pagan los consumidores. El tema está en la mira desde hace meses, con inspecciones a distintos puntos de venta.