Madison Keys ganó su primer partido en el circuito de la WTA a los 14 años y aquella misma temporada estuvo 5-1 en ventaja en un encuentro de exhibición ante Serena Williams que llamó la atención del mundo del tenis. A los 29, dos meses después de haberse casado con su entrenador, el también estadounidense Bjorn Fratangelo, la jugadora nacida en Rock Island logró este sábado su primer título de Grand Slam, al quedarse con el Australian Open. Y nada menos que ante la número 1 del ranking y gran favorita, la bielorrusa Aryna Sabalenka, por 6-3, 2-6 y 7-5.
Keys había quedado fascinada con el deporte de las raquetas desde los 4 años, al ver jugar a la otra Williams, a Venus. Con la inocencia de una niña de esa edad, les imploró a sus padres Rick y Christine que le compraran un vestido blanco como el que llevaba Venus ese día. Aquello representó, sin proponérselo, su puerta de entrada a la pasión de su vida. A los 7 ya comenzó a tomar clases y a los 10 se mudó junto a su madre y sus hermanos Sidney, Montana y Hunter a Florida para que pudiese asistir a la prestigiosa Academia Evert, dirigida por John Evert, entrenador y hermano de la leyenda Chris Evert.
Profesional al ciento por ciento desde los 16, su décimo título en torneos de la WTA tiene un contexto diferente a casi todos. Los primeros ocho, en distintas superficies, los logró en una etapa en la que resultó una de las muchas jugadoras que llegaban a las instancias finales de los torneos grandes y no conseguían sostener una regularidad. Madison sufrió para darle continuidad a todo su potencial. De su anterior llegada a una final de un Grand Slam, cuando cayó casi sin resistencia ante Sloane Stephens en el US Open 2017, pasaron más de siete años, muchos aprendizajes y una historia de amor. De hecho, los dos últimos títulos que consiguió fueron este año, con otro estado civil.
En aquel mismo 2017, en los courts Keys comenzó a cruzarse más seguido con Fratangelo, al que le costaba meterse en el top 100 del ranking, aunque ganó cuatro títulos del ATP Challenger Tour. “Creo que nuestra relación comenzó a convertirse también en laboral cuando tuvimos un poco más de diálogo sobre tenis, más o menos cuando estaba en los últimos tiempos de mi propia carrera”, precisó quien llegó a ser 99° en 2016 y se retiró en 2023 tras una lesión.
Presionada por sí misma por llegar muy alto, Madison recordó tras consagrarse: “Si pudiera volver en el tiempo me diría a mí misma que tratase de disfrutar el momento e intentaría no presionarme tanto. Hubo algunas etapas en mi carrera en los que le di demasiadas vueltas a que no había conseguido ciertos objetivos, pensando que quizá ya no habría más oportunidades. Ahora estoy en un punto en el que aprecio todo lo que he conseguido y no necesito ganar un Grand Slam para ver que tuve una buena carrera. Aunque sigue siendo mi objetivo, antes sentía que si no ganaba uno no estaba a la altura de mi potencial”.
Ya tiene ese trofeo de los grandes y mejorará su 14° lugar en el ranking. A partir del lunes, ocupará el puesto 7, igualando la mejor ubicación de su carrera. Madison disfruta de un resurgimiento reciente, jugando el mejor tenis de su vida en el Melbourne Park. En su camino a la gloria, eliminó a tres jugadoras del Top 15, incluida la cinco veces campeona de Grand Slam y numero 2 del mundo, la polaca Iga Swiatek, en una semifinal en la cual salvó un match point. Diestra, de revés a dos manos, muy agresiva, de las que buscan acortar los puntos y meter un winner a la menor ocasión, fue tratando de variar su forma de juego poco a poco. Es algo que fue mutando con el crecimiento de su relación personal con Fratangelo.
“Estoy en una etapa más tardía de mi carrera. Sean los que sean los años que me quedan, ¿por qué no estar abierta a algunos cambios? Es algo liberador porque durante mucho tiempo estuve cerca de conseguirlo de una cierta manera, pero siempre me quedaba corta. Entonces, comencé a poner muchísima presión sobre mí y me cerré a los cambios porque las cosas estaban lo suficientemente bien. Cambiar de mentalidad me llevó a saber lo que quiero. Tengo más confianza en mí misma”, describió este sábado, ovacionada por el público.
En medio de ese proceso, Bjorn se convirtió en su entrenador y en su pareja legal. “Ella solo me estaba intercambiando ideas y cosas así. Hasta que llegó la primera vez que yo le transmití mi opinión y llegó un punto en el que empezamos y decidimos que iba a estar con ella a tiempo completo. Fue algo así como: ‘¿Cuánto quieres lograr de esto? ¿Estás contenta con permanecer del 11° al 25° [en el ranking] o quieres intentar conseguir más?’”, contextualizó el preparador.
Fratangelo la ayudo a creer mucho más en su potencial. “Está lejos de haberlo alcanzado. Obviamente, hizo las cosas a su manera durante tanto tiempo y eso le trajo un gran éxito y una carrera increíble, por mucho tiempo entre las 25 primeras. Pero pensé y coincidimos en que si íbamos haciendo algunos cambios y algunos ajustes sutiles aquí y allá, tal vez se convierta en la 10ª, y después puede ser la 8ª… y entonces, de repente, estás ahí y se habla de ti nuevamente, como ahora”, expuso quien encontró una buena respuesta en Keys.
Se casaron en noviembre, luego del largo noviazgo, y seis semanas después, Keys obtuvo el torneo de Adelaida, el que sirvió de preparación para el primer Grand Slam de la temporada. Este sábado, cuando ingresó en la cancha central del Rod Laver pasó directamente junto a la Copa Conmemorativa Daphne Akhurst, el trofeo que se otorga a la campeona femenina y que estaba colocado en un pedestal cerca de la entrada a la cancha. No frenó su paso ni se detuvo a mirar. Estaba lo suficientemente cerca para tocarlo, para sentirlo real. Esperó dos horas y media para hacerlo, ya con una gran sonrisa.
De gran actividad en sus redes sociales, se muestra como una apasionada por el café. De hecho, en su casa se luce como aficionada al latte art y con distintas preparaciones de la infusión. “Estoy obsesionada con la nueva barra de café (hemos hecho probablemente más de 15 lattes desde que estamos en casa)”, posteó hace unos meses, en un video que mostraba toda la tecnología que tiene al servicio de su bebida favorita, en la casa a la que había ido a convivir con su pareja, antes de casarse.
“Siento que es la mejor luna de miel posible. Es perfecta. Tengo el mejor y más comprensivo marido del mundo… que de hecho no quería entrenarme, pero siempre creyó en mí”, retrató ya en la conferencia de prensa Madison, quien se convirtió en la cuarta tenista más veterana en ganar un Grand Slam desde el inicio de la era Open en el tenis en 1968.
Lo mejor de Keys – Sabalenka
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