El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, será sometido nuevamente a una cirugía de emergencia para drenar un hematoma intracraneal, y los médicos informaron que, aunque su evolución ha sido positiva, necesitará una segunda intervención.
Esta cirugía, programada para el jueves, tiene como objetivo detener el flujo sanguíneo en una zona de su cerebro para evitar nuevas hemorragias. Lula, de 79 años, sigue en terapia intensiva en el lujoso Hospital Sirio-Libanés de São Paulo, donde fue trasladado desde Brasilia el lunes tras sufrir fuertes dolores de cabeza. El parte médico indica que el mandatario está lúcido, orientado, y no ha tenido complicaciones significativas.
El primer procedimiento, realizado el martes, fue para drenar el hematoma producto de una caída que Lula sufrió casi dos meses atrás. Esta complicación es considerada común en personas mayores después de un golpe en la cabeza. A pesar de estar hospitalizado, los médicos no han recomendado una licencia formal, pero han aconsejado que el presidente repose y evite involucrarse en asuntos importantes durante su recuperación.
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Mientras tanto, el vicepresidente, Geraldo Alckmin, asumió algunas de las funciones del presidente durante su ausencia, lo que generó gran controversia, ya que no se le traspasó formalmente el poder.
La Constitución brasileña establece que el presidente debe transferir el cargo al vicepresidente en ciertas situaciones, como cuando viaja al extranjero, pero no aclara cómo debe actuar en casos de salud.
El martes, Alckmin cometió un terrible error al referirse a Eslovaquia como Yugoslavia, durante una visita oficial del primer ministro eslovaco, Robert Fico, lo que generó críticas.
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Aunque la Constitución no especifica en detalle cómo actuar en caso de enfermedad del presidente, el ministro de Comunicación Social, Paulo Pimenta, aseguró que las agendas de Lula se mantendrán y serán ejecutadas por Alckmin mientras dure su hospitalización.
Lula fue ingresado al hospital tras una reunión crucial sobre el paquete fiscal del gobierno, que busca superar dificultades en el Congreso. Durante su ausencia, los ministros Rui Costa (Casa Civil) y Fernando Haddad (Finanzas) liderarán las negociaciones políticas. Costa continuó las discusiones sobre el paquete fiscal tras la salida de Lula, mientras que Haddad se reunió con líderes del Senado para desbloquear la votación del paquete.
A pesar de la situación de salud de Lula, el gobierno considera que el presidente ha delegado cada vez más funciones a Haddad, lo que podría ser una preparación para su futuro político. De hecho, el mes pasado, Lula eligió a Haddad para explicar el paquete fiscal en televisión, un rol tradicionalmente desempeñado por el presidente. No obstante, en el PT no existe un «plan B» en caso de que Lula no se postule a la reelección en 2026.
La ausencia de Lula también ha afectado su agenda, con varios compromisos pospuestos, como la entrega del Sello Nacional de Compromiso con la Alfabetización, que ahora se realizará la próxima semana, y la reunión del Consejo para el Desarrollo Económico y Social Sostenible, que no tiene nueva fecha. Las discusiones sobre una posible reforma ministerial se reanudarán una vez que el presidente se recupere y regrese a sus funciones.
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