La consultora Idesa advierte que en un esquema de dólar barato, Argentina se enfrenta a un panorama de alto desarrollo para los sectores competitivos que generan poco empleo, mientras los segmentos que crean más puestos registrados en el sector privados son los más afectados.
«Cuando un país tiene sectores con alta capacidad para exportar se genera una abundancia de dólares que abarata el tipo de cambio. Esto impacta en el resto de los sectores económicos a quienes les cuesta producir y crear empleos debido a que importar se vuelve más barato», señalan desde Idesa.
Este fenómeno, en la literatura económica, se denomina “enfermedad holandesa”. Alude a una fuerte apreciación que se produjo del florín holandés en la década de 1960 cuando se descubrió una gran reserva de hidrocarburos en el Mar del Norte.
«Argentina corre el riesgo de sufrir la “enfermedad holandesa”. El gobierno implementó el blanqueo que produjo un masivo ingreso de dólares al circuito formal de la economía. Existe la expectativa de que, aprovechando los beneficios previstos en el RIGI, se expanda la producción de la minería y la energía lo que aumentará las exportaciones y evitará importaciones. A esto se suma la muy alta competitividad del sector agropecuario», señala Idesa.
«El tipo de cambio multilateral (es decir, el que considera las monedas de los principales países con los que comercia el país) ya refleja que el dólar está bajo en la Argentina y es probable que el fenómeno se profundice en el futuro próximo», agregan.
Datos de la Secretaría de Trabajo muestran que el agro, la energía, la minería y los servicios informáticos y del conocimiento generan aproximadamente el 10% del empleo asalariado registrado en empresas privadas.
Por otro lado, la industria y la construcción crean el 25% del empleo asalariado registrado, mientras comercio y servicios explican el restante 65% del empleo asalariado registrado.
Desde IDEsa remarcan que si bien los sectores exportadores generan solo uno de cada 10 empleos registrados, «se trata de una distribución aproximada, ya que los sectores altamente competitivos generan demanda al resto de la economía, pero su impacto es limitado. El grueso del empleo urbano depende de sectores con menos capacidad competitiva y, por lo tanto, el atraso en el tipo de cambio no solo reduce su producción sino, lo más decisivo, tiene impactos negativos sobre el empleo».
Frente a esto, desde Idesa apuntan que «hay manera de evitar que la alta competitividad de algunos sectores se convierta en una maldición vía la “enfermedad holandesa”. La solución no es devaluar sino acelerar las reformas estructurales».
«Con las reformas, más sectores serán capaces de producir y generar empleos aun con un tipo de cambio bajo«, sostiene Idesa. Para lograrlo plantean eliminar los impuestos distorsivos, rediseñar la legislación laboral para evitar la excesiva conflictividad y litigiosidad, mejorar el sistema de transporte y toda la logística, promover regulaciones que fomenten la competencia.