Cálido, relajado, sonriente, para Joan Manuel Serrat la amistad es un vínculo que se disfruta, se honra y se enaltece. Por eso ha llegado a Rosario, para recordar el tiempo de amistad compartido con Roberto Fontanarrosa, fallecido en 2007.
Rosario decidió rendir un gran homenaje al caricaturista y dibujante argentino que publicó en el diario Clarín hasta su muerte. Así se organizó la primera edición del Festival Fontanarrosa que concluirá el martes 26, cuando se cumpla el 80 aniversario del nacimiento del Negro.
A sus 80 años (81 cumplirá el 27 de diciembre próximo), Serrat le dice a Clarín en exclusiva que vive la vida “con gratitud, con alegría y también con mala hostia, pero busco mucho más las alegrías”.
Lleva una vida tan intensa como cuando realizaba giras inacabables que lo depositaban en Barcelona cerca de las navidades. Así nos lo cuenta muy a gusto. Viaja mucho con su esposa, Candela Tiffón, con quien lleva unido 44 años. Se casaron en la absoluta intimidad cuando ella tenía 20 y el 34 años.
Durante la reciente entrega del Premio Princesa de Asturias de las Artes a Joan Manuel Serrat, el poeta y artista catalán emocionó a su mujer, al agradecerle haberle permitido compartir su vida. Allí estuvieron también sus hijas María y Candela (solo faltó Manuel, el mayor), y sus amigos de toda la vida Ana Belén y Víctor Manuel. La emoción de los reyes Felipe VI y Letizia fue evidente, ante su discurso y su posterior interpretación de Aquellas pequeñas cosas.
Ya no tiene rutinas
La charla con Clarín se extendió por 37 minutos y recorrió muchos temas. Entre otros, a qué dedica hoy el tiempo libre y cómo gestiona tantos reconocimientos de universidades prestigiosas a ambos lados del Atlántico. Acaba de recibir uno de la Universidad Autónoma de Nueva León, por su contribución a la música y a la literatura en español.
El Nano -como lo bautizamos los argentinos- se lo toma con responsabilidad y serenidad. Para Serrat el mundo de ha vuelto un lugar hostil donde hay que estar atento y preocupado.
No sería primicia si en breve alguna de las casas de altos estudios que lo ha distinguido creara la Cátedra Joan Manuel Serrat, como ya las tiene Borges, Cortázar, Sor Juana y otros.
-Tenés casi 20 doctorados Honoria causa. ¿Cómo se siente tener tantas distinciones?
-Lo llevo con mucha gratitud, porque detrás de estos premios universitarios -que no son una tómbola de glamour, sino que van por otros caminos- es de agradecer que la canción popular tenga una aceptación, una proyección dentro de la cultura popular y que la cultura popular sea parte de la Universidad, del mundo académico.
-Y a ambos lados del Atlantico.
-¡Claro! Es que también he vivido a ambos lados del Atlántico y es de valorar que también esto haya sido en dos idiomas, el castellano y el catalan, que ha recibido mucha atención y ha encendido muchas curiosidades. Ha hecho que mucha gente tuviera interés en una cultura y en una lengua muy pequeña. Y a mí esto me satisface cuando hay gente que me dice que aprendió catalán para entender mejor mis canciones.
-¿Cómo transcurre un día en tu vida, luego de bajarte de los escenarios, concluidas las giras y apagadas las luces? ¿Seguís componiendo?
-Sí. Me bajé de los escenarios un día, pero no fue la decisión de un solo día. Ese día lo tenía previsto hacía más de un año. Sabía que cada uno de mis últimos conciertos caminaba hacia ahí. Todo eso fue craneando en mí una sensación de ansiedad, también de melancolía y de duda. Pero al mismo tiempo, de felicidad, al encontrarme cada día con un público diferente, fraternal, ansioso, con lo cual ese tiempo de la gira El vicio de cantar se me hizo muy corto y llegó el 23 de diciembre e hice el último concierto tratando de cerrar un círculo que es muy difícil de cerrar.
Uno deja de actuar pero sigue siendo un artista, de ser escritor, de ser compositor. Pero todo empieza a discurrir de otra forma, lo que no quiere decir que haya una rutina. Yo hoy no tengo rutinas. Quizá una de las cosas que me ha dejado esta ruptura con el escenario -que no se produjo con rencor sino con mucho cariño y melancolía- es que han cambiado las cosas. Y han cambiado, no solo con respecto del artista tiene otras fuentes de expresarse, sino que lo más distinto es que no hay rutinas. Todo es distinto.
Hay de alguna forma un planteamiento de agenda que me hago porque no quiero perder el contacto con los lugares que amo, con los amigos que me esperan a la distancia y no quiero perderlos por la distancia, y mi plan de viaje es de una intensidad extraordinaria. Tengo la suerte que a mi mujer le gusta también y habitualmente viajamos. Mi plan de vida en casa pasa por seguir haciendo cosas como componer, escribir, sin ninguna presión. Y por tanto también con menor disciplina; no me importa, lo que vaya saliendo, saldrá.
-Un buen empleo del tiempo.
-Una de las cosas en que dedicó el tiempo es en romper papeles, cosas que considero inútiles o insatisfactorias. Primero, porque ocupa mucho espacio en mi vida y en mis cajones. Y después porque no quisiera que alguien encontrara cosas que no quiero publicar y se le pasará por la cabeza hacer, o por la razón que fuera. Les ahorro trabajo pero les quito plata (se ríe) y les ahorro maldiciones desde el otro mundo que les pudieran llegar.
La amistad con Fontanarrosa
-¿Qué es para vos decir «Amigo»?
-La amistad que apareció entre nosotros, con el Negro Fontanarrosa, fue absolutamente casual, aunque el elemento no lo fue: el fútbol. Nos conocimos un día que no era feliz porque Argentina había perdido el partido de inauguración en el Mundial del ’82 en Barcelona, pero a partir de ahí cuando regresė a la Argentina en el ’83, lo primero que hice fue ver al Negro. Había un vínculo o al menos la voluntad de vernos.
El tiempo fue generando nuestra amistad. Así como otros impulsos que nos mueven como el amor o el sexo, la amistad se puede generar de una manera súbita. La amistad necesita que la relación se manosee, y que el tiempo nos haga valorar al otro.
-De Fontanarrosa se han destacado algunas cualidades, pero hay dos que parecen muy ausentes hoy: humanidad y humildad. ¿Cómo lo ves vos?
-Creo que podemos simplificarlo diciendo que que el Negro Fontanarrosa era un hombre bueno, aunque era muchas cosas. Como diría Machado, un hombre en el mejor sentido de la palabra «bueno». Era un hombre bueno y humilde por necesidad. Era también un hombre de la calle con todas sus picardías; se las sabía todas. Era un hombre encantador. ¿Sabes lo que daría yo por no tener que decir todas estas cosas y poder encontrarme con él para ir a comer?
-Recuerdo su discurso sobre las malas palabras que levantó polémica, y me gustaría tu opinión sobre las malas palabras.
-¡Fue muy bueno! Él era brillante. Solo lo prolífico que era y todavía tenía tiempo para perder la tarde.
-¿Te gustan las malas palabras?
-No es que me gusten. El vocabulario de las malas palabras no puede ser sustituido. Procuro no apoyarme demasiado en ellas. Pero lo que ocurre con las grandes palabras es que a fuerza de usarlas demasiado pierden su valor y su significado. Hoy te encuentras dictadores usando la palabra libertad, o los corruptos usando la palabra justicia, todo es una frivolidad que ajustan al discurso que están dando.
En vivo por Valencia
-El 29 de noviembre volverás a subirte a un escenario por las victimas de Valencia.
Sí. Lo hago feliz pero por necesidad y me hubiera gustado no tener que hacerlo en este momento, porque es como resultado de un hecho dramático Es como una melodia encadenada. La gente de Valencia va a agradecer nuestro «Aquí estoy» más que el dinero que se pueda recaudar. Vamos a ser muchos artistas. A la gente le ayudará el consuelo de nuestra compañía.
Ojalá nos haga reflexionar sobre la inmediatez del dolor y el modo en que en cuatro días deja de ser portada del periódico porque otro dolor pasa a sustituirle. Los dolores son acumulativos e individuales y nuestra memoria debe retenerlos mienttras existan. Nuestra capacidad de asombro no debería pasar tan fácilmente de un dolor a otro
-En tu discurso al recibir el Premio Princesa de Asturias destacaste que no te gusta la hostilidad del mundo que nos toca y deploraste que no haya condenas unánimes contra las atrocidades que el mundo vive hoy. ¿Te referías a Gaza y a Ucrania?
-Sí. Estoy condenando no solo lo que ocurre en Gaza, en el Líbano y en Ucrania, que lamentablemente va a agravarse, y todo lo que conlleva esto en el mundo que es de consentimiento.
-Dijiste que en ese discurso que llegaste por tus sueños y que no te gusta ver que se queden sin cumplir los sueños de otros. ¿Qué opinión te merece el voto antisistema que se está dando en gran parte del mundo? ¿Es un peligro para la democracia?
-Pienso que es preocupante. Aquí hay un gran fracaso de la sociedad en general cuando los,partidos democráticos son incapaces de entender que su existencia es más importante que sus argumentos. La tolerancia es más importante que cualquier otra cosa. Esto debe llevar al diálogo y este se basa en el respeto al derecho ajeno. Esto no lo han visto los partidos democráticos y así se han visto superados, lo que puede llevarnos a situaciones desconocidas. No me voy a poner a reñir al ciudadano.
-¿Se ha perdido la poesía en la música, o a la industria musical no le interesa para vender?
-A la industria musical no le interesa la poesía. Las redes sociales están más pendientes de algoritmos que de la poesía, y los algoritmos le marcarán qué tipos de canciones pide la gente, sin independencia de su ética o de la aportación cultural mientras haya beneficios. Todo vale mientras den beneficios como las redes sociales, porque el único objetivo es el dinero.
-¿No tenes redes, verdad?
-No, no tengo redes.
-Cantaste a Machado, a Hernandez, a Benedetti y a Alberti, ¿te quedó algún poeta a quien te gustaría ponerle música y que no hayas hecho?
-Sí, me ha gustado cantar a muchos y a hay poetas que son muy musicales. Pero ya no. Prefiero leerlos. Quizá pero tendría que superar algún prejuicio personal de no atreverme, para hacerlo y que la tentación fuera muy fuerte. Escribo sí, pero estoy escribiendo retazos de memoria, ideas y sin intención de convertirlas en nada. Soy como una urraca, buscando todo lo que brilla y llevándomelo al nido. Solo me interesa tenerlo allí.
-¿Cómo llevás estas ocho décadas, con gratitud, con alegría o con mala hostia?
-Las tres cosas, pero ganan la alegría y la gratitud, porque la otra sólo me perjudica. Lo contrario me beneficia, busco más la alegría que la mala hostia, aunque a veces el mundo se empeña en repartirnos sobre todo a los de mi edad. ¿Qué no merece quien ha llegado hasta aquí?
-¿Qué te gusta leer más: ficción o poesía?
-Silencio. La,lectura es un ejercicio que necesita toda la,atención, por respeto a quien lo ha escrito y por ti que eres el lector.
Y lo dice quien nos ha regalado bellas palabras que vivirán siempre en nuestra memoria emocional.