Franco Colapinto ya está en Las Vegas, donde puede correr una de sus últimas tres carreras en Fórmula Uno. Al pisar la ciudad del pecado dio vuelta y dejó sin efecto una de las frases populares más repetidas de los últimos tiempos: lo que pasó en Las Vegas no quedó en Las Vegas sino que dio la vuelta al mundo y generó «cien millones» de hipótesis y polémicas a partir de la imagen seria, taciturna, perdida y algo fastidiosa que mostró. Una vez más, todos los cañones apuntaron a la China Suárez para señalarla como responsable de semejante cambio de personalidad.
Colapinto, el rey de la simpatía, de la buena onda y de la predisposición para atender a la gente, el emperador de la sonrisa, de las salidas ocurrentes y del estilo «bien argentino» para moverse y actuar por el mundo, el más sencillo, humilde y amable para sacarse fotos y dedicarle un tiempito a todos sus fanáticos estaba ahora muy diferente. Por primera vez desde que se hizo famoso se mostró hosco, callado, medio seco y jamás habló con nadie. Era «otro», por decirlo de alguna manera. Uno menos «querible» para seguir con las clasificaciones antojadizas.
Colapinto apareció en el aeropuerto con una imagen uy extraña tratándose de él: auriculares que no se sacó jamás, cara de pocos amigos, gesto duro, «sonrisa cero» y hasta hubo algunos que aseguraron que tenía «la cremallera del pantalón» abierta o cerrada de una manera poco eficaz. Semejante cambio de actitud llamó mucho la atención. A pesar de eso, el piloto de Williams firmó todo lo que le pusieron adelante. Gorros, papeletas, remeras. No se sacó fotos con nadie, no habló ni se frenó.
Para muchos, aquel Colapinto gracioso, compinche, pícaro y bonachón que conquistó a casi la totalidad de los 50 millones de argentinos se perdió en las profundidades de sus salidas nocturnas con la China Suárez. Los rumores indican que tanta exposición y tanta polémica generaron un reto importante de las autoridades del equipo que lo tiene contratado por lo menos hasta fin de año, y que por eso él estaba tan bajoneado. «La Fórmula Uno requiere concentración total y hacer las cosas puntillosamente bien, salvo que seas un experimentado y ya te las sepas todas. Pero no cae bien que un chico recién llegado a la categoría ande mostrando sus correrías nocturnas. Le dijeron de todo» es el chisme del momento en la máxima categoría del automovilismo internacional.
REAPARECIO FRANCO COLAPINTO Y SU CAMBIO DE HUMOR HIZO QUE TODOS APUNTARAN CONTRA LA CHINA SUAREZ
Pero la prensa no fue la única que se hizo eco de la «mala imagen» que dio Colapinto al arribar a Las Vegas. La gente también se manifestó, en su caso para tirarle con todo y de manera despiadada a la China Suárez. Lo último que se había visto de «Franquito» habían sido sus salidas con la actriz en la febril madrugada madrileña. Fueron a comer, dicen que a bailar, y dicen que a… y sí, a eso mismo. Después de eso «se le borró la sonrisa» y todo el mundo le echó la culpa a la ex de Cachete, Bisbal, Cabré, Vicuña, Rusher y siguen las firmas. «Ella está radiante, contenta, satisfecha, feliz, le brilla la cara, y a él se lo ve casi de cama. Por favor, le quitó la alegría. Arruina todo lo que toca» fue un comentario tan repetido como malicioso.
La situación, encima, dividió aguas en el periodismo que cubre la Fórmula Uno, que de su habitual parquedad pasó a impregnarse del maloliente barullo chimentero. Así las cosas, Adrián Puente celebró que el muchachito de Pilar haya descubiert y disfrutado «los encantos» con los que la China seduce y cautiva a tantos hombres, mientras que su colega Fernando Tornello lo criticó con inusitada y desconocida fiereza y le avisó que «en un ámbito tan serio y estricto como el de la Fórmua Uno estás cosas no suman. Directamente restan».