Arequipa ofrece numerosos atractivos, y uno de los más impresionantes puede ser admirado sin necesidad de acercarse a él. Bastará con elevar la mirada desde cualquier rincón de la ciudad y fijarse bien para contemplar la imponente silueta de una montaña de forma cónica casi perfecta. Esta figura topográfica, que se eleva a unos 5.822 metros sobre el nivel del mar, es el Misti.
Al internarse en el Centro Histórico de Arequipa, muchos turistas se topan con la histórica catedral de la ‘Ciudad Blanca’, el enigmático Monasterio de Santa Catalina y varias casonas coloniales. Estas construcciones dan la impresión de que el tiempo se ha detenido en sus calles, donde generaciones han pasado, dejando historias y leyendas que aún se escuchan.
De un tiempo a esta parte, estos relatos llegan a los turistas a través de los guías, quienes, con entusiasmo, comparten y transmiten la herencia cultural de Arequipa.
Las historias y leyendas no son exclusivas de la ciudad; en los rincones más remotos de Arequipa predominan relatos que dotan de un aura mística a los atractivos turísticos. La belleza y el encanto de este departamento, en el sur del Perú, trascienden su capital y se despliegan en cada uno de sus pueblos.
Por ejemplo, en el distrito de Tisco, ubicado en la provincia altoandina de Caylloma, Arequipa, los guías turísticos suelen relatar una leyenda que cautiva a quienes la escuchan. Sin embargo, lo que primero atrae a los visitantes es el impresionante paisaje, marcado por formaciones rocosas naturales que se formaron hace miles de años.
Choqolaqa: el bosque de piedras de Arequipa
Llegar al bosque de piedras es toda una travesía. El recorrido comienza en la ciudad de Arequipa, donde un autobús te lleva, serpenteando por los caminos andinos, hasta Chivay. Desde allí, un colectivo te traslada al distrito de Tisco, donde el aire más frío y ligero te prepara para la altitud que estás por alcanzar (4.188 m s. n. m.). En este punto, abordas otro vehículo que te lleva a la comunidad de Cota Cota, desde donde comienza la caminata.
Mientras avanzas por senderos solitarios, el guía turístico relata la leyenda sobre el origen del bosque de piedras. Según esta historia, en el mismo lugar donde hoy se encuentra este atractivo floreció una ciudad, llena de santuarios, plazas y casas. Sus habitantes vivían en perfecta armonía con la naturaleza y los animales. No obstante, todo cambió cuando ofendieron a los Apus, los espíritus de las montañas, quienes, como castigo, petrificaron la ciudad por completo, transformándola en el enigmático bosque de piedras que conocemos hoy.
Más allá de la leyenda que cautiva a los viajeros locales y extranjeros, es menester señalar que Choqolaqa se formó tras la erupción de volcanes hace miles de años. Con el paso del tiempo, el viento y la lluvia erosionaron los depósitos de material volcánico, dando lugar a las diversas figuras que hoy se pueden observar.
Características del bosque de piedras
En el centro poblado de Cota Cota, ubicado en el distrito de Tisco, provincia de Caylloma, región Arequipa, habitan personas hospitalarias dedicadas a la cría de alpacas. Sin embargo, estos camélidos no son los únicos habitantes de la zona; jilgueros y vizcachas también frecuentan el área, especialmente en el bosque de piedras.
Precisamente en esta locación, el visitante podría llegar a pensar que la Plaza Roja de Moscú se ha convertido en piedra. Las enormes formaciones rocosas, con la forma de castillos, generan asombro y ostentan la silueta de algunos monumentos de Rusia. Sin embargo, estas figuras no son las únicas que se encuentran en la zona.
Entre las formaciones rocosas, sobresalen figuras que capturan la mirada: una fila de mujeres, cada una con su traje que habla de tradición; un cóndor, con sus alas extendidas, como si estuviera a punto de lanzarse al viento; un falo, que simboliza la fertilidad; una foca y su cría; y un pingüino, inmóvil en su quietud, como si albergara en su figura el misterio de los polos.
Finalmente, es importante recalcar que el bosque de Choqolaqa es una de las maravillas naturales que hacen de Tisco un destino cautivador para quienes se aventuran a explorarlo. Sin embargo, el viaje no concluye allí: la iglesia San Pedro Apóstol, ubicada en la plaza principal, brinda un respiro cargado de historia y espiritualidad.