Nicolás Carpani Romero, uno de los acusados de planear un robo a la sucursal San Isidro del Banco Macro y de hacer un túnel de por lo menos 150 metros para lograr su cometido, fue extraditado desde Uruguay este jueves por la noche. El joven de 33 años llegó al país escoltado por agentes de Interpol de la Policía Federal y en las próximas horas será indagado por los fiscales Carolina Asprella y Patricio Ferrari.
El sospechoso, que visitó la Argentina diez veces, fue detenido el 19 de agosto el barrio Malvín Norte, en Montevideo. Sobre él pesaba una orden de captura internacional. Días antes, la División Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones del Departamento Interpol había emitido una solicitud dirigida a las fuerzas policiales de todo el mundo para localizar y detenerlo provisionalmente.
El ciudadano uruguayo fue el tercer detenido que tiene la causa por el intento de robo. Antes que a él, las autoridades policiales habían hecho lo propio con Alejandro Rosendo López y Alan Daniel Lorenzo Rodríguez, también de nacionalidad uruguaya, que sería líder de la barra brava de Nacional de Montevideo.
La orden de detención del sospechoso, imputado de robo agravado por su comisión en lugar poblado y en banda en grado de tentativa, fue emitida por la jueza de Garantías de San Isidro Andrea Rodríguez Mentasty.
Como contó LA NACION, Carpani Romero tiene antecedentes por narcotráfico, al igual que sus dos cómplices. Según el diario El País de Uruguay, en 2019 había sido detenido junto con Lorenzo Rodríguez en una causa en la que barras de Nacional robaron el cargamento de cocaína que transportaba un camión con patente de Paraguay.
El caso por el cual investigan a Carpani Romero salió a la luz durante la madrugada del 8 de agosto. En aquel momento, el aviso de un repartidor acerca de un caño metálico que salía entre medio de las baldosas de una vereda en San Isidro permitió descubrir un túnel de casi tres metros creado para robar la sucursal bancaria ubicada en Chacabuco 444. “Se trataba de una “varilla gruesa metálica que emergía de entre los adoquines”.
Según el relato de aquel entonces, el repartidor circulaba a bordo de una motocicleta y advirtió que del chasis de su vehículo provenían ruidos. Entonces se bajó del vehículo y vio que había una vara metálica clavada debajo de la calzada.
De inmediato, el trabajador dio aviso al personal de seguridad del banco, quienes denunciaron lo sucedido a la línea de emergencias del 911 y agentes de la Comisaría 1ª de San Isidro fueron hasta el lugar para inspeccionar lo que había encontrado el repartidor en la vereda.
En tanto, un analista técnico fue hasta la sede del banco para evaluar si las alarmas del edificio estaban en funcionamiento y, tras confirmar que todas estaban activadas, los efectivos policiales extrajeron la varilla metálica y descubrieron que no era la única que se encontraba enterrada en el lugar.
Tal como contó este diario, varias horas después y tras cavar un pozo, policías, bomberos y rescatistas descubrieron un túnel de 220 metros de largo y casi 3,60 de profundidad hecho con la intención de ingresar en la sucursal local del Banco Macro.
LA NACION
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