lunes, 23 septiembre, 2024
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En Boca, hay un teléfono descompuesto

Opinión

El presidente Riquelme trajo jugadores que el entrenador Martínez no pidió y casi no usa.

La triquiñuela es tan antigua como el fútbol mismo: cuando a un director técnico le traen jugadores que él no ha solicitado o entiende que no los necesita, los ningunea, no los pone, les dá minutos escasos, no les concede prioridad. Lo han hecho y lo hacen los entrenadores más afamados en los clubes más importantes. Lo seguirán haciendo. Es una manera de decir sin decir nada.

En Boca, ultimamente ha pasado esto. El presidente Juan Román Riquelme hizo siete incorporaciones en el extenso mercado de pases de invierno. Y a la hora de armar los equipos, en su mayoría el técnico Diego Martínez no las tiene en cuenta. La historia tuvo un mal comienzo cuando por un inadmisible error administrativo, los primeros refuerzos no pudieron ser inscriptos en la Conmebol y Boca debió afrontar con varios juveniles el cruce ante Independiente del Valle de Ecuador por la Copa Sudamericana. Después, no hubo forma de remontarla. Martínez decidió arreglarse con lo que ya tenía y cuando todos estuvieron en condiciones de jugar, no les dio titularidad a ninguno de ellos. 

Con Gary Medel y Brian Aguirre lesionados, en el superclásico del sábado ante River, sólo Ignacio Miramón fue titular. Pero duró apenas el primer tiempo en la cancha. En el segundo ingresaron Milton Giménez (36 minutos) y Juan Barinaga (16 minutos). Tomás Belmonte y Agustín Martegani no se quitaron las pecheras. En la llave ante Cruzeiro por la Copa Sudamericana, sucedió algo similar: sólo Medel en la ida y Martegani y Giménez en la revancha estuvieron desde el principio (Martegani jugó cuatro minutos). De allí que con los resultados puestos sobre la mesa, puede afirmarse que, a partir de este teléfono descompuesto entre Riquelme y Martínez, Boca desaprovechó un mercado de pases eterno trayendo jugadores complementarios que el técnico no había solicitado. Y que sólo al presidente le parecieron interesantes.

Quienes conocen el dia a día boquense refieren a que esa línea telefonica se descompuso cuando en el receso, Martínez apalabró a Nicolás Tripichio para que llegue como lateral derecho. Y Riquelme lo desautorizó entendiendo que no era prioritario. Un mes después, hubo que salir corriendo a comprar a Juan Barinaga porque Boca no tenía cubierto ese puesto. 

En este desentendimiento entre las prioridades de Riquelme y las de Martínez, está una de las tantas razones de por qué Boca no ha podido alcanzar hasta ahora ninguno de los objetivos futbolísticos de este año. Y salta de crisis en crisis desde hace tres temporadas. Riquelme entiende que los directores técnicos son meros ejecutores de las decisiones que él adopta. Y Martínez se rebeló a ese rol sin tener espalda para hacerlo. 

Los buenos resultados y las buenas actuaciones se la hubieran ensanchado. Como Boca se ha quedado afuera de todo (solo tiene a la Copa Argentina como tabla de salvación para llegar a la Libertadores 2025), por estas horas el técnico hace equilibrio al borde del precipicio. Con un pie en el abismo y el otro, casi también.   

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