SANTA FE.- Brazos en alto y saludos al público, que le devolvió el cariño bajo un aluvión de aplausos. Julián Montoya fue el primer Puma en ingresar a la cancha, como suele hacerlo por su rol de capitán, pero esta vez fue especial. Entró con su hija en brazos, levantó el brazo derecho, recorrió unos metros y se la dio al entrenador asistente Juan Martín Fernández Lobbe para que llegué a brazos de su mamá. Se alineó junto a sus compañeros para entonar el himno y luego a la acción. El hooker se convirtió en el cuarto puma en alcanzar los 100 caps internacionales y lo celebró con una actuación colectiva inolvidable en Santa Fe.
“Haber entrado con mi hija es un recuerdo que no me voy a olvidar nunca. Fue una semana muy buena y se lo agradecí a mis compañeros. Pero primero estaba el equipo y el foco estaba en hacer lo que dijimos que queríamos hacer. Es un día que no voy a olvidar nunca”, expresó el centenario, que valoró el triunfo, aunque con mesura. “Tenemos que saber festejar estas victorias, pero después de 24 horas volver a enfocarnos porque vamos a enfrentar a los campeones del mundo”.
Los Pumas tuvieron una tarde de ensueño, de esas que quedan para siempre. La mayor goleada frente a una potencia en una jornada primaveral, acompañada por un gran marco en de público que vibró junto al equipo. Después de 30 minutos marcados por las imprecisiones y las pérdidas, el seleccionado argentino brilló y fue una tromba. Un festival de rugby y tries. Una jornada inolvidable para Montoya, que volvió a su mejor versión: a los seis minutos recuperó una pelota en el piso en el campo rival, a los 34´pescó otra en una acción que puso a los Pumas a jugar en terreno ajeno. Tres minutos más tarde, apoyó el segundo de los nueve tries de los locales, fundamental para mantenerse cerca en el marcador e irse al descanso 17-20 abajo. Fue su conquista n°13 con la celeste y blanca.
A los 65´ le dejó su lugar en la cancha a Ignacio Ruiz, cuando la diferencia era irremontable. El público lo ovacionó y reconoció al capitán. “Me quedo con ir a buscar el partido todo el tiempo, estuvimos 20-3 abajo, pero confiamos en lo que estábamos haciendo. Hablamos de picar la piedra y lo hicimos en el primero tiempo y los suplentes entraron muy bien”, puntualizó el capitán.
Julián Montoya se convirtió en Puma antes de debutar en la primera de su club, en el 2014. Todo un signo en una etapa de transición de los Pumas, con una camada de Pumitas que emergió, nutrió inmediatamente al seleccionado mayor y fue clave para refrescar el plantel de cara al Mundial de Inglaterra 2015. Cuando ingresó por Matías Cortese, contra Uruguay, en Paysandú, todavía no había arrancado con la camiseta dos de la primera de Newman, relegado por Marcelo Brandi, uno histórico del club que aún sigue vigente en el puntero del URBA Top 12.
“En el día libre de la semana frené un poco para valorar todo lo que está pasando. Mi sueño siempre fue jugar en la primera y después en los Pumas. Hoy llegar a 100 partidos me hace sentir un afortunado”, destacó el hooker. “El rugby es un lugar en el que me puedo expresar y me dio un lugar de pertenencia. Cuando me pongo la camiseta de los Pumas pienso en mi familia, mis amigos, pero esta camiseta es mucho más grande que eso. Hay una historia detrás de la camiseta, hay gente que la usó, gente que la va usar, nosotros estamos de paso”.
Hizo su carrera a la par de Agustín Creevy. Cuando el ex capitán se afianzó como titular, el formado en Newman empezó a ganarse la consideración como reserva. Entre 2016 y 2019 fue suplente en 36 partidos consecutivos de Creevy, hasta que le ganó la pulseada y se adueñó de la 2 en partido contra Tonga del Mundial de Japón, en el que apoyó tres tries. En 2021 se transformó en capitán, tras el affaire de los tuits de Pablo Matera.
Es el cuarto argentino en alcanzar los 100 caps internacionales luego de Agustín Creevy, Nicolás Sánchez y Pablo Matera. Con 30 años es el más joven en lograrlo y tiene margen para seguir agrandando la cifra en este ciclo que apunta al Mundial de Australia 2027. Está en condiciones físicas óptimas, no tuvo grandes lesiones en su carrera y es un ejemplo de profesionalismo en términos de cuidados. En Santa Fe tuvo su tarde soñada.