El Principado de Mónaco, conocido por su glamour y opulencia, es ahora el escenario de un escándalo real que ha sacudido a la dinastía Grimaldi. Claude Palmero, exadministrador de los bienes de Alberto II, ha roto su silencio tras dos décadas de servicio, revelando secretos que han puesto en jaque la estabilidad del trono. Entre las revelaciones más impactantes, destaca la conspiración de la princesa Carolina de Mónaco para apartar a su hermano Alberto como heredero al trono.
La historia se remonta a los primeros años de vida de Carolina, la primogénita del príncipe Rainiero y la icónica Grace Kelly. Por un breve período, Carolina fue la heredera natural al trono de Mónaco. Sin embargo, con el nacimiento de Alberto, las rígidas leyes de sucesión monegascas relegaron a Carolina a un segundo plano.
Rainiero, consciente de las limitaciones de su hijo varón, nunca dejó de lamentar no haber cambiado las normas de sucesión, y esa duda sembró el terreno para una de las traiciones más sorprendentes en la historia reciente del Principado.
La verdad revelada sobre las intenciones de Carolina de Mónaco sobre su hermano Alberto
Según Palmero, la relación entre Rainiero y Alberto fue siempre tensa. El monarca veía a su hijo como alguien incapaz de asumir las responsabilidades del trono, al que consideraba un «cuarentón que no estaba a la altura».
Estas tensiones llevaron a Rainiero a contemplar la posibilidad de que Carolina, su hija mayor, lo sucediera en el trono, a pesar de las leyes que favorecían la sucesión masculina.
Según indicó el exadministrador, el rey llegó a negociar con Carolina un plan para apartar a Alberto de la línea de sucesión. La propuesta, que fue confirmada por el abogado Thierry Lacoste y documentada en una carta firmada en 2001 por Patrice Davost, director de los servicios judiciales del Principado, consistía en que Carolina asumiera el trono, con la condición de que, eventualmente, cediera el puesto a su hijo mayor, Andrea Casiraghi.
Sin embargo, Alberto no era ajeno a las intenciones de su padre y su hermana. Determinado a mantener su lugar en la historia de Mónaco, el príncipe resistió la presión y, tras la muerte de Rainiero en 2005, asumió el trono como estaba previsto. Pero la coronación de Alberto no puso fin a las tensiones dentro de la familia.
Carolina, junto a su hermana Estefanía, continuó siendo un elemento disruptivo en la corte. Ambas princesas, insatisfechas con sus generosas asignaciones, demandaron mayores recursos de las arcas del estado, presionando al ya tensionado principado.
VO
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