Con una timidez poco hollywoodense, Kevin Costner fue perfilando un lugar como director en el tejido cinematográfico del western contemporáneo, con películas como Danza con Lobos y Open Range. La visibilidad de sus protagónicos lo han corrido de esa faceta que ahora volvió con una fuerza difícil de soslayar. Estrenada en la edición de este año de Cannes, ‘Horizon’ es la primera entrega de una saga que financió el propio Costner, destinando a la producción cien millones de dólares.
La película tuvo su preestreno en los Estados Unidos y allí Kevin Costner fue «custodiado» por sus hijos e hijas: Hayes, Cayden Wyatt, Grace, Annie y Joe. De manera episódica, el film se acerca a una serie de personajes en el marco de una narración que se propone un trabajo con los mitos fundacionales del oeste. Esa promesa abstracta fue a la vez un catálogo de experiencias en cuyos choques y encuentros se erigió una de las mitologías más visitadas por la cinematografía estadounidense. Es el primer trabajo de Costner como director en veinte años y luego de este estreno comercial, la segunda entrega saldrá el 16 de agosto. En cuanto a la tercera, todavía se están cerrando detalles de rodaje, con lo cual habrá que esperar bastante.
Uno de los hijos de Kevin Costner debutó como actor en ‘Horizon’.
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En un diálogo reciente con Vanity Fair, Costner se expresó respecto a la deconstrucción del mito como uno de los impulsos de la saga: “Hay una manera de entender al mito: más que decir ‘esto sucedió’, poder decir ‘esto tal vez sucedió’. Me refiero a, por ejemplo, cómo se formaron estos pueblos. Ese era el punto de desacreditar la historia y pude decir: ‘Eso no es lo que pasó en absoluto’. Lo que pasó fue que unos tipos vinieron y pusieron estacas en tal lugar de Chicago porque alguien sabía que por ahí pasaría un tren. Es decir, iba a hacer dinero en Estados Unidos, y simplemente trastornó la vida de miles de personas. Y esto supuso la sentencia de muerte a una cultura que había estado allí durante quince mil años porque empresarialmente, alguien dijo: ‘El tren pasa por aquí, vamos a hacer dinero'».
No solamente en esa lectura de la historia Costner propone una versión que empatiza con el sufrimiento de los pueblos originarios frente al avance de la maquinaria pionera. Al ser consultado acerca del lugar que le daría a los nativos en su narración, el director respondió: “No puedo ser un nativo americano, con lo cual no puedo identificarme con esa experiencia. No puedo identificarme con la experiencia afroamericana, no la he vivido. Lo que no he hecho es presentarme como una autoridad en el tema. Simplemente lo que he hecho es, desde el fondo de mi corazón, entender que no son más que personas, y que tengo que encontrar la humanidad y la ferocidad de lo que ocurre cuando alguien viene a quitarte lo que ha sido tuyo, cuando alguien destruye tu forma de vida. Termina convirtiéndose todo en una guerra total. A fin de cuentas, ese tiempo fue una lucha desigual».
Es con esa perspectiva, un poco más amplia y expansiva, que Kevin Costner abordó la compleja empresa de contar esta saga. Con una armoniosa combinación de ambición y mesura, el proyecto se presenta megalómano, pero al mismo tiempo es concreto en la intención dramática que contiene.
Dicho en palabras de Costner: “No hay que darle un giro al Oeste para hacerlo dramático. Solo tenés que entender que estás caminando cuesta arriba con un psicópata que increíblemente acaba de asesinar a alguien y luego fue humillado porque su hermano fue lastimado. ¿No te parece que tiene sed de sangre? El problema fue que se metió con el tipo equivocado, al que en realidad le tenía miedo. Le molestaba de tal manera que no estaba seguro de quién era. Era una persona desquiciada que, durante toda su vida, intimidó a la gente. Y hoy no iba a ser diferente, excepto que lo fue. Y eso es lo que pasa ahí fuera; eligió mal”.
Gi