El Gobierno ya le abrió las puertas a las líneas aéreas de Chile y a las que en un futuro pudieran establecerse en Uruguay (país que hoy no tiene una aerolínea propia) para que puedan con sus aviones y tripulaciones hacer vuelos de cabotaje dentro de la Argentina.
Ese es el núcleo duro del memorando de entendimiento que Argentina y Uruguay firmaron el miércoles, para la liberalización de vuelos. El acuerdo replica el que se firmó en abril con Chile, con un número «ilimitado» de frecuencias de vuelos entre los dos países, tal como también lo establecen los otros convenios que la administración de Javier Milei ya firmó con Brasil, Perú y Ecuador.
En el caso de Chile y Uruguay, los convenios tienen una diferencia que es crucial: les abre la posibilidad de hacer vuelos de cabotaje, con aviones y tripulaciones propias, en el otro país.
Así, Aerolíneas Argentinas, Flybondi o JetSmart Argentina podrían despegar desde Aeroparque o Ezeiza, aterrizar en Santiago de Chile o Montevideo hacer otras escalas internas en esos países y regresar a Buenos Aires (o a Córdoba, o a Mendoza, por ejemplo).
Las mismas opciones se les abren, en sentido inverso, a las chilenas LATAM, Sky o JetSmart de Chile.
En el caso de Uruguay, hoy no hay una competencia en condiciones de salir a ofrecer vuelos desde Montevideo como en el pasado lo fueron BQB (de Buquebus), Pluna o la fugaz Alas Uruguay. Pero les abre la opción a líneas aéreas de otro país, por ejemplo, de Brasil, para que abran una filial en Uruguay y desde allí puedan hacer no sólo el puente aéreo con Argentina, sino también vuelos hacia el interior.
Además, ese acuerdo no sólo rige para las líneas aéreas de pasajeros, sino también para las de charter o esa fue la lectura que dentro de los gremios aeronáuticos hicieron a los 30 segundos de conocido el acuerdo: imaginaron los aviones amarillos de Meli Air, la aerolínea carguera de Mercado Libre, hoy de matrícula brasileña, despegando con matrícula y tripulación de Uruguay, país donde estableció su residencia el fundador de la empresa Marcos Galperín.
Lo cierto es que por el momento ninguna aerolínea de Chile mostró interés en volar dentro de Argentina. Incluso hasta hubo una movida en sentido inverso: una de las potenciales competidoras, Sky Airlines, acaba de firmar un convenio de código compartido con Aerolíneas Argentinas por el cual las dos compañías pueden compartir la venta de pasajes y de despacho de equipaje. Y sin meterse a competir una con otra en sus mercados internos.
Pero en la ceremonia del convenio con Uruguay, en el Palacio San Martín, hubo una parte del discurso del Secretario de Transporte, Franco Mogetta, que pasó desapercibida en medio del anuncio. Fue cuando dijo que la desregulación del espacio aéreo comenzó «por la región» y que más adelante se verá de expandir este tipo de convenios «a otros países». ¿Qué países?
Según detallaron fuentes del sector, el asesor presidencial y ministro sin cartera Federico Sturzenegger está encabezando reuniones con las autoridades del sector aerocomercial: Secretaría de Transporte, subsecretaría de Transporte Aéreo, ANAC y ORSNA. Sturzenegger fue el principal redactor del Decreto 70, que hoy tiene vigencia en varios de sus capítulos incluidos el de «cielos abiertos». Y en esas reuniones, por ahora informales, habría manifestado su interés en firmar acuerdos bilaterales de cielos abiertos con dos países en particular: Alemania y Singapur.
«Con Alemania aún no hubo contactos, pero hay intención. Con Singapur hay algunos diálogos. Y con otros países también», admitieron fuentes oficiales.
Singapur es una futurista ciudad-estado enclavada en el Sudeste asiático cuya aerolínea, Singapore, tiene una moderna flota que fa desde los Boeing 787-800 (los mismos que usa Aerolíneas) hasta los costosos Airbus A-350 e incluso los escasos y enormes cargueros Airbus A-380, famosos porque pueden llevar en su interior el fuselaje completo de otro avión.
Sturzenegger habría manifestado a sus interlocutores la intención de avanzar con estos acuerdos para incrementar al máximo la oferta de vuelos internacionales, para incrementar el flujo de pasajeros y bajar costos. El hipotético acuerdo con Singapur sería el primer golpe de efecto que se estaría buscando en ese sentido.
«El modelo de Singapur podría servir para incrementar las aerolíneas y frecuencias que viajan hacia la Argentina, pero la cuestión de fondo es incrementar la competencia en el mercado de cabotaje», dijo el consultor y ex gerente de Aerolíneas Carlos Vázquez.
No hubo en esas reuniones alusión alguna a la privatización de Aerolíneas Argentinas. Pero sí una presión que partió desde Jefatura de Gabinete cuando Mauricio González Botto seguía estando al frente de las empresas «a privatiza»: una grilla donde se mostraba que mientras que en organismos públicos como la Junta de Seguridad en el Transporte hubo una reducción del 22% en su personal desde enero, en Aerolíneas fue del 2,7%.