miércoles, 27 noviembre, 2024
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Eduardo Levy Yeyati: Aunque aprueben la reforma laboral, se va a seguir perdiendo empleo

Eduardo Levy Yeyati es ingeniero, economista y escritor, y acaba de publicar con Darío Judzik “Automatizados”, un libro donde analizan el avance de la inteligencia artificial sobre el empleo. “Muchos trabajos van a ser reemplazados”, alerta.

En medio del debate de la Ley Bases, cree que el paquete fiscal es clave, pero advierte que faltan medidas para la recuperación del empleo y la inversión. “Enfrían la economía en forma deliberada para bajar la inflación”, advirtió, y planteó que faltan medidas como las que se tomaron en el 2002, cuando era economista del Banco Central.

– Su libro «Automatizados» parece plantear un futuro pesimista sobre el trabajo.

– No necesariamente, pero es ilusorio pensar que se van a crear más empleos, va a haber menos trabajo porque se reemplazan competencias. La idea de que para competir tenías que educarte más está siendo interpelada por la inteligencia artificial y no queda claro a dónde va a escapar el trabajador. Salvo que aparezca milagrosamente otro sector, la mayoría de las tareas la van a hacer estas tecnologías.

– Entonces ve un desplazamiento del trabajo.

– Lo vemos en el periodismo. Cada vez está tomando más roles, pero no va a ser lineal porque va a haber muchas resistencias. New York Times litigó recientemente, pero son frenos transitorios. Van a reemplazar al editor, el escritor y el programador. También a los trabajos que hace 20 años eran trabajos del futuro y hoy son muy dinámicos, con mucha demanda, pero no lo serán en 20 años. Muchos programadores, ingenieros y productores de contenidos van a ser sustituidos o bien van a ganar menos para competir y necesitarán de una ayuda o un cheque.

– Desde hace décadas se habla del fin del trabajo, pero según el Banco Mundial, la cantidad de trabajadores aumentó de 2.300 a 3.600 millones de 1991 al 2023.

– Mucha de la literatura tomaba datos de los años 80, 90 y los 2000, que son del pasado. La inteligencia artificial generativa tiene mucha más autonomía y puede eludir al ser humano como entrenador. Lo estás empezando a ver con marchas y contramarchas en la huelga de guionistas en Hollywood, el juicio de New York Times con OpenAI (creadora de ChatGPT), los documentos de Estados Unidos, Europa y la OIT que piden frenar la sustitución tecnológica. Esta tecnología favorece a los menos calificados porque reemplaza calificación e iguala a todos los trabajadores hacia abajo. Pero los impactos los ves después.

«Automatizados, vida y trabajo en tiempos de inteligencia artificial», el nuevo libro de Eduardo Levy Yeyati y Darío Judzik.

– El Senado se dispone a tratar la reforma laboral, ¿puede generar empleo en una economía en recesión?

– Los problemas no tienen una sola causa. Como las reformas son medidas muy parciales que las plantean abogados de grandes empresas, piensan que hay que eliminar las multas y reducir el costo de despido. Pero una vez que lo eliminan, no consiguen gente calificada. Fue el caso de Toyota hace unos años. Entonces, pusiste la multa en cero, lo que es una exageración, e igual no vas a generar trabajo. Las pymes y las microempresas no van a formar a la gente y hay mucha informalidad. Pero aparte estás en una recesión muy fuerte y es muy difícil generar empleo en esa situación. Entonces, las chances de una recuperación del empleo es baja. Vas a seguir perdiendo empleo.

– ¿El mercado de trabajo aguanta más desempleo?

– Va a depender de la recuperación y la confianza de los empresarios en tomar trabajo en vez de pedirle a los que ya tienen. En Argentina, la elasticidad del empleo en relación al crecimiento es muy baja: aún cuando crecés, no creás empleo.

– El Presidente dijo que baja la inflación y sube el desempleo porque «barre la basura» que había bajo la alfombra, ¿es así?

– En Argentina, una de las formas de bajar la inflación es enfriando la economía. No necesitas un economista para bajar la inflación con una depresión económica. Así, es fácil: la gente no tiene para comprar, y los precios terminan comprimiendo porque si no, no venden. La idea es como bajar la inflación con un mínimo de sacrificio económico. El desempleo tiene un costo. Bajamos la inflación para crecer, no dejamos de crecer para bajar la inflación.

– ¿Ahora están bajando la inflación con una depresión?

– Sí, creo que es deliberado. Ellos enfrían la economía a falta de otros instrumentos para bajar la inercia inflacionaria que no sea una recesión o atraso cambiario. La credibilidad del Gobierno es muy baja por muchos desaciertos, no por este gobierno, sino anteriores. Ahora, no tiene todavía un paquete fiscal como para tener un abordaje más refinado que la política macro. Entonces le queda frenar el dólar y ahogar la demanda. Y eso es lo que está haciendo.

– El Gobierno dice ya se tocó fondo y empezó la recuperación

– La inversión pública, no, porque la están ajustando. El gobierno dijo que no tiene plata, así que tiene que venir del sector privado. Y en un país con problemas de crecimiento y demanda contenida no es el mejor escenario para ciertas inversiones. Obviamente, los recursos naturales exportables tienen otro mercado. Pero las medidas de emergencia no son para que duren. El ajuste fiscal depende del impuesto PAIS, que es casi como un arancel y la OMC puede pedir que lo saques, el tipo de cambio es visto como crecientemente retrasado porque anuncia que la tablita va a seguir hasta fin de año y los inversores no ven que la inflación vaya a ser del 2% a fin de año. Me cuesta ver mucho entusiasmo de los inversores.

– ¿La baja de la inflación es un problema para que el gobierno sostenga el superávit fiscal?

– Gran parte del ahorro fiscal estuvo asociado a la licuación inflacionaria. Si la inflación baja, es fundamental el paquete fiscal porque no tenés los instrumentos para armar una política macroeconómica. Si bajás la inflación, la licuación en algún momento se revierte y el balance fiscal se vuelve a deteriorar. Y aún si la inflación subiera, no podés licuar permanentemente salarios y jubilaciones.

– ¿Qué pasa si este año no levantan el cepo?

– No pasa nada. Ni los pasivos del Banco Central ni el cepo son urgencias que deberían priorizarse por encima de las reformas del paquete fiscal mediante un plan macroeconómico. Podes vivir con ambas cosas un año más. Y si pudieras eliminarlo, no lo sacaría todo de cuajo porque nunca sabes cuando lo volvés a necesitar. No es el cepo el que te inhibe inversiones. Más complicado es tener un tipo de cambio apreciado. La gente lo asocia con una crisis cambiaria.

– ¿Y cómo se resuelve?

– No es sencillo. Si devalúas, tengo que advertirte que eso tiene un impacto sobre la inflación. Y si te digo «aguantá», en algún momento puede salirte mal porque el mercado empieza a anticipar una devaluación. Entre ambas, prefiero que el dólar no esté atrasado porque necesitás recuperar dólares y reservas. Pero el dólar barato es muy popular políticamente. Cuanto más se acerquen las elecciones del 2025, más difícil va a ser una corrección.

– Usted estuvo en el 2002 en el Banco Central, ¿qué lecciones sacó de la crisis?

– La ventaja es que veníamos de diez años de baja inflación y en 2001 tuvimos deflación. Entonces devaluamos y el dólar pasó de $1 a $4 ene cuatro meses y la inflación fue un mes de 10%, pero a fines del 2002 era 3% anual. La estabilizamos. Teníamos la ventaja de que el gobierno de Duhalde y sobre todo Remes eran fiscalmente muy conservadores. Pero lo importante es que era un gobierno fundido, en default. No podíamos ni emitir deuda, por eso se crean las Lebac. Lo que hicimos fue apalancarnos en el sector privado. Le dimos ciertas condiciones para que el dinero fluya, reinviertan la rentabilidad y generen una recuperación, ya que el sector público y los bancos estaban quebrados. Ahora, el Gobierno tiene que apoyarse en el sector privado, pero siendo liberales piensan que solo con estabilizar van a lograr que inviertan. Es muy naive, de neoliberal, pensar “te bajo inflación y te dejo jugar”. Difícilmente inviertan si perciben que dependés de cierto atraso cambiario.

SN

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