En un mundo cada vez más consciente de la necesidad de preservar el medio ambiente y promover la equidad social, las empresas se enfrentan a una demanda creciente por demostrar su compromiso con la sustentabilidad. Este desafío va más allá de la responsabilidad ambiental y se extiende a la responsabilidad social, abarcando desde prácticas ecoamigables hasta programas de apoyo comunitario y educativo.
Según el estudio realizado por SAP, «La sostenibilidad en la agenda del liderazgo latinoamericano», en Argentina, 7 de cada 10 empresas implementan una estrategia de sustentabilidad. Sin embargo, un dato alarmante surge de otro relevamiento de la consultora Quiddity: la mitad de los argentinos no son conscientes de los esfuerzos que realizan las corporaciones en este sentido. Aquí radica el desafío y la oportunidad para las compañías: hacer visible su compromiso tanto ambiental como social.
En este contexto, se llevó a cabo el tercer encuentro del ciclo «El mundo que viene» de Clarín, titulado «Producir de manera sustentable«. Contó con la participación de Analía Flores, directora general de Economía Circular y Desarrollo Sostenible de la Subsecretaría de Ambiente de CABA; Andrea Ávila, CEO de Randstad para Argentina, Chile y Uruguay, miembro de la Red Argentina del Pacto Global; Mariana Schoua, CEO de Aconcagua Energía Generación y Vicepresidenta de AMCHAM; y Ramiro Martínez, fundador de Creando Conciencia y Presidente de Conarcoop.
El ciclo cuenta con el apoyo principal del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Telecom, DESA y OSDE, además del sponsoreo de Afarte y Pan American Energy.
El eje central de la charla, moderada por los periodistas Silvia Naishtat y Luis Ceriotto, fue el profundo cambio de las empresas del sector privado en su estrategia tanto ambiental como social. Una mayor exigencia de la sociedad en su conjunto, con las nuevas generaciones como motor, empuja a las empresas a concretar un balance social y ambiental positivo tanto hacia afuera como puertas adentro de la compañía, y también a lo largo de su cadena de valor.
Un buen negocio
Desde su lugar como CEO de una empresa especializada en recursos humanos, Ávila planteó que la idea de “gasto” asociada a la sustentabilidad es un error. ”Mirar a la sustentabilidad dentro de las compañías, no es un gasto sino un buen negocio. Vivimos en una sociedad que nos interpela todo el tiempo: el consumidor, el candidato, el trabajador, el mismo accionista. El reclamo es que nos comprometamos, no solamente se trata de tener lindos slogans marketineros. Están preguntándonos cómo nos comprometemos con el reciclado, la economía circular y con demandas sociales como la equidad o inequidad, la inserción en el mundo laboral de diferentes colectivos jóvenes, mayores, LGTB, las mujeres. Hoy el sector privado tiene una responsabilidad que no puede eludir”, dijo.
Por otro lado, hizo hincapié en el papel de las nuevas generaciones en la promoción de la sostenibilidad empresarial. “Creo que los jóvenes tienen un ADN de sustentabilidad”, expresó. “Las nuevas generaciones llegan al mercado laboral sin tener que aprender lo que nosotros, de la Generación X hacia atrás, tuvimos que aprender más tarde”.
Schoua coincidió en que la sustentabilidad en las empresas “no es un gasto sino una inversión”. La ejecutiva, quien encabeza una empresa generadora de energía (Aconcagua) que va desde la hidroelectricidad y la generación solar hasta la producción convencional de petróleo, señaló: “Hay un reclamo social. Dentro de una economía de mercado, si la empresa quiere tener los mejores empleados y retener talento, la conciencia social de las nuevas generaciones lleva a la empresa a incluir la sostenibilidad dentro de su propia estrategia. Ya no como área aparte que interactúa con el resto de la empresa sino parte de tu estrategia, de tu propósito. Lo reclaman los empleados, los clientes y también la financiación. En ese sentido, desde Aconcagua estamos a punto de lanzar un bono verde para construir un parque solar”.
Schoua contó que ya hay iniciativas en otras compañías en el mundo en las cuales se incluye en los directorios a personas que representan a un río, o a una montaña. “Esas empresas interactúan de manera cotidiana con un integrante del directorio que personifica los intereses de las generaciones futuras o del planeta. En Argentina tenemos muchísimo por hacer en ese terreno. El año pasado, por ejemplo, solamente el 15% de la energía generada fue a través de fuentes renovables”.
“Policía ambiental”
Martínez enfatizó el rol crucial que desempeñan los jóvenes en este proceso. “Las nuevas generaciones desempeñan un papel importante como la mejor policía ambiental, ya que su compromiso comunitario puede influir directamente en las empresas”, expresó el titular de Conarcoop y fundador de Creando Conciencia, una cooperativa fundada en 2005 con sede en los barrios periféricos de Buenos Aires, especializada en la recolección y valorización de residuos reciclables y en el desarrollo de nuevos productos a partir de esos materiales reciclados.
Sin embargo, Martínez aseguró que siguen siendo minoría las empresas que disponen de una gestión de sus residuos. ”Muchas empresas multinacionales ya están integrando estas prácticas en sus casas matrices y otras las adoptan como política interna. Pero la verdad es que hoy con respecto a los grandes generadores o grandes empresas, todavía no llegamos al 30%”.
Analía Flores dio detalles sobre cómo esa política de reciclado se puede llevar adelante en CABA como un programa de gobierno. “Priorizamos ciertas cadenas de valor, por ejemplo los textiles, que hoy no tienen un circuito formal de recupero, los alimentos para evitar el desperdicio, los neumáticos y otros residuos que vienen del transporte”.
La funcionaria también subrayó las oportunidades que surgen con la adopción de la economía circular. “Esta transformación también representa oportunidades económicas y de empleo; a medida que las empresas adoptan este nuevo enfoque, surgen nuevas formas de imaginar y construir un mundo más sostenible”, aseguró.
50% de los porteños ya separan
“Estamos en un 50% de vecinos que separan residuos desde sus domicilios, que confían en que esa dedicación va a terminar en material que se va a procesar y a disponer correctamente”, agregó Flores. “Entendemos que el cambio cultural es encontrar al vecino en diferentes espacios y que en todos encuentre un mensaje de separación a través de contenedores dobles en todos lados, que cada habitante de la Ciudad pueda pueda saber que en todos los ámbitos donde se va a mover hay una disposición diferenciada”.
Martínez coincidió con la funcionaria porteña. “En la zona que nos toca, nosotros en Tigre estamos en un 53% de matriz de gestión de residuos y diferenciación de los mismos para disposición diferenciada”, aseguró.
Desde esa red, detalló Martínez, impulsaron la fabricación de kits escolares (regla, escuadra, compás, transportador y una tabla de pinturas) hechas con telgopor reciclado. “Lo reducimos, lo inyectamos y así diseñamos el kit. Hace tres años que lo estamos vendiendo en supermercados, con un precio muy competitivo y un muy buen impacto”.