domingo, 13 octubre, 2024
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Se acaba el dólar soja 4 y Massa insiste en que no va a devaluar tras las elecciones

Sergio Massa empezó a idear cómo será el día después de las elecciones del 22 de octubre. Pese a la incertidumbre extrema sobre el resultado de las urnas y la finalización inminente del dólar soja 4, su equipo ya trabaja con la premisa de que no habrá una segunda devaluación antes del 10 de diciembre.

En modo electoral, Massa apuesta a aguantar todo lo posible con los dólares del Fondo Monetario y los que compró el Banco Central en el mercado de cambios. Pero no será fácil: en la intimidad del equipo reconocen que es incierto cómo van a reaccionar los ahorristas el 23 de octubre, gane quien gane.

El primer desafío llegará esta semana. El sábado finaliza el dólar soja 4, el dispositivo que permitió comprar US$ 517 millones en septiembre y mantener la calma cambiaria. Ya la semana pasada, la comercialización de soja frenó su marcha y las liquidaciones del agro no repuntan. ¿Lo extenderán hasta las elecciones?

Lo que está claro es que el 15 de noviembre concluirá el dólar fijado a $ 350 desde la última devaluación, un esquema sobre el cual se montó el congelamiento de tarifas y los acuerdos de precios con una pauta del 5%. «Un salto del dólar oficial no va a haber, eso está descartado, se va a retomar el crawling peg», dijo un funcionario.

El crawling peg es el sistema de devaluación gradual a través de ajustes diarios del tipo de cambio oficial que utilizó el gobierno hasta las PASO. Si bien la dinámica dependerá de la capacidad de fuego con la que cuente el BCRA, Clarín pudo saber que se baraja la posibilidad de llevarlo a un ritmo del 3% mensual.

Esa pauta por debajo de la inflación del 9,4% esperada en noviembre busca justamente anclar los precios. El Presupuesto 2024, de hecho, proyecta un dólar a fin de año de $ 367, lo que implica una suba de casi el 5% en 45 días. El problema es que tanto el cepo cambiario como un dólar «pisado» alimentan las expectativas devaluatorias.

Los analistas, por otra parte, coinciden en que la mejora cambiaria por el salto del dólar del 22% prácticamente se extinguió. Sucede que el dólar se está apreciando a una velocidad tal que finalizaría septiembre en un nivel más apreciado que antes de la devaluación y con casi el doble de inflación que entonces.

En el Ministerio de Economía y el Banco Central creen que un nuevo salto del tipo de cambio no tendría ningún beneficio. Ven con cierto pesar el impacto que tuvo el shock devaluatorio del 14 de agosto tras las PASO. La medida forzada por la falta de dólares y los tironeos con el Fondo llevó la inflación al 12,4%, la más alta desde 1991.

Por el lado de las reservas, tampoco perciben incentivos. Si la última devaluación fue una exigencia del FMI para girar US$ 7.500 millones, ahora el próximo desembolso llegaría en noviembre o, si se demora, en diciembre, ya definidas las elecciones. «Si devaluás, no te entran dólares y tenés mas inflación», piensan en otro despacho oficial.

El pronóstico de los funcionarios choca con la fragilidad que observan en la oposición. Carlos Melconian, el candidato a ministro de Economía de Patricia Bullrich, estimó el jueves que la inflación al 12% y el dólar fijo a $ 350 «van a llevar a Massa a devaluar de nuevo”, como informó Clarín.

Del otro lado, la dolarización de Javier Milei también suma inquietud, lo que en las últimas horas llevó a uno de sus asesores a calmar las aguas. «El 23/10 van a amanecer con la misma inflación, mismas leliqs, mismo déficit fiscal, mismo BCRA, mismos cepos y tipos de cambio, mismos ñoquis y subsidios que el 22/10», dijo Darío Epstein.

En el Gobierno no descartan «presiones». Saben que el margen es fino. De acá a las elecciones, hay que pagarle US$ 2.000 millones al Fondo y, luego, hasta el cambio de gestión, otros US$ 1.500 millones, sin dejar de atender la demanda de dólares financieros. Todo, con reservas netas negativas en torno a US$ 5.000 millones.

Massa necesita mantener a raya la brecha cambiaria, hoy en promedio en torno al 100%. Como advierte Ecolatina, un salto en los dólares paralelos se filtra con mayor facilidad en la inflación y aumenta las expectativas de devaluación, reduciendo aún más la oferta neta de divisas.

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