La crisis de la autoridad política, la insatisfacción en las demandas populares, el reclamo desoído a los derechos económicos de los jóvenes y el espacio de validación simbólica que encontró Javier Milei en plataformas digitales fueron algunas de las ideas que esbozaron investigadores y académicos para explicar el contexto que favoreció la irrupción electoral del dirigente libertario.
Así quedó plasmado en una mesa debate titulada «El fenómeno libertario en la sociedad y en la política argentina«, organizada por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), que reunió a los investigadores del Conicet Pablo Semán (Unsam), Ana Miranda (Flacso) y Javier Balsa (Iesac-Unq), al periodista Juan Ruocco y al académico Federico Montero (UBA/Observatorio del Sur Global/Conadu).
«Las condiciones de surgimiento tienen que ver con la crisis de las formas consensualistas de Argentina. Milei no se consolida en el 2015, aparece en la crisis de las formas institucionalizadas de la política», señaló Montero, para quien el candidato presidencial de La Libertad Avanza pudo diferenciarse del resto de los dirigentes y fijar la idea de ‘nosotros somos la gente y ustedes son la casta».
Las «dificultades en el proceso político popular», a partir de las «restricciones externas» y de una «crisis» de las instituciones políticas «ante demandas que no pudieron responder» de su propia «base de sustentación electoral», fueron el punto de partida para que el mensaje de Milei calara en un sector de la sociedad.
Hay, en cierta forma, en el voto a Milei, una «demanda de autoridad» porque «se perdieron las regulaciones que amparan criterios de igualdad» y la figura del libertario cobra volumen para esa demanda que pide: «quién puede arreglar esto?, quién puede construir las condiciones políticas para poner un orden?», planteó Montero.
A esto se suma que «en internet la derecha gana terreno en las explicaciones de por qué el mundo está mal» y, además, refuerza la idea de que «el Estado juega para los grandes capitales y participa en el sostenimiento de la injusticia», según explicó Ruocco.
El periodista, especializado en investigaciones de lo que llamó las «catacumbas de internet», hizo una detallada reseña de la proliferación de los «mensajes meméticos«, de la «lucha» virtual subterránea que premia a los «posteos más extremos» y en cómo Milei «encontró en muchos sitios marginales -y no tanto- un grupo de gente que estaba dispuesta a trabajar gratis para reproducir sus mensajes«.
«Milei parecía más un chiste, un meme, más que un candidato de verdad», pero encontró en internet un «lugar para ocupar y de validación simbólica que no podía tener en el mundo real«, en espacios institucionales, por ejemplo, mencionó Ruocco.
Para Miranda la explicación al fenómeno libertario podría denominarse «crónica de un desencanto anunciado» y está vinculada con «un fuerte reclamo de derechos económicos», que, en el caso de los jóvenes está atravesado por sus «escasas oportunidades de independencia habitacional», que derivan a la baja calidad de empleos y salarios.
«La derecha toma un conjunto de demandas insatisfechas«, sostuvo y advirtió sobre el «sufrimiento económico y emocional» causado, sobre todo en los jóvenes, por el aislamiento de la pandemia.
Balsa desmenuzó en su intervención los resultados de varias encuestas realizadas a casi mil votantes de las PASO y subrayó que, entre los electores de Milei, «hay de todo, pero no neoliberales clásicos ni tampoco una clase social determinada».
«Hay algo de bronca y castigo» en la explicación del voto, pero al mismo tiempo los electores «no saben qué es la dolarización ni qué es el Conicet».
«Muchos de los votantes de Juntos por el Cambio como de La Libertad Avanza no acuerdan con su discurso, pero los votan», advirtió.
A su turno, Semán acordó con la idea de que «el voto a Milei es súper transversal: no es sólo joven, ni sólo de una clase social y no tiene que ver sólo con las redes sociales».
«El apoyo de los jóvenes es una ventana, pero no es todo el mileísmo; la pandemia fue un gran laboratorio para exponer los problemas del progresismo«, apuntó Semán y se refirió a una «crisis estructural del Estado», que luego «se transmite a la política» y deja como conclusión que «la crisis de la política es también la crisis del Estado».
A su entender, algunas de las fisuras están expuestas en la incapacidad de la dirigencia en «interpelar» al votante y recomendó dejar de «dar discusiones» y apostar a «recuperar la dimensión de la política como construcción colectiva».