Luego de varias semanas de negociaciones, este jueves la Corte Suprema de Justicia eligió a su presidente por los próximos tres años: será Horacio Rosatti, uno de los dos últimos jueces que se incorporaron al máximo tribunal, junto con el titular saliente Carlos Rosenkrantz.
El acuerdo en el que se llevó a cabo la votación había sido convocado sorpresivamente por Rosenkrantz un día antes, anticipando la reunión que inicialmente había planificado para el martes próximo. Su mandato vencía el jueves 30 de septiembre. Ese cambio súbito fue el indicio más claro de que las últimas nubes se habían despejado en el camino de Rosatti, cuya elección fue anticipada en los medios varias semanas antes de que efectivamente lograra reunir los tres votos necesarios para ser designado.
Esa fue una de las tantas operaciones e intrigas cruzadas entre los cinco jueces del tribunal, alimentadas no pocas veces por sus colaboradores y, desde luego, por fuentes interesadas puertas afuera del palacio de Justicia: políticos, gobiernos, empresarios, medios de comunicación y periodistas.
Con el apoyo clave del cordobés Juan Carlos Maqueda -que abandonó su histórico alineamiento con Ricardo Lorenzetti– Rosatti tuvo que resolver algunas cuentas pendientes con Rosenkrantz, quien estaba dispuesto a votarlo siempre y cuando él mismo no reuniese antes los votos que necesitaba para ser reelecto.
De acuerdo con el acta de la reunión que difundió el máximo tribunal, no participaron formalmente del acuerdo ni Elena Highton ni Lorenzetti, que mantiene un duro enfrentamiento con el ahora elegido presidente de la Corte. Según ese documento, Maqueda propuso la fórmula Rosatti-Rosenkrantz, que se impuso con el voto de ellos tres.
El plenario de este jueves se realizó desde el mediodía de forma virtual para no dejar afuera a la doctora Highton, que, por su edad (78) no asiste al palacio de Tribunales desde el inicio de la pandemia. A diferencia de lo ocurrido hace tres años, cuando el entonces presidente del cuerpo fue sorprendido por sus colegas para incluir la elección de su sucesor en un acuerdo convocado para resolver otros temas, esta vez todos sabían cuál era el motivo de la reunión.
Rosatti dirigirá ahora una Corte que tiene pendientes cuestiones de alto impacto político: además de confirmar o deshacer condenas y tratar recursos de apelación de ex funcionarios procesados por corrupción, en los escritorios del cuarto piso del palacio también esperan una respuesta el reclamo de Horacio Rodríguez Larreta por la quita de fondos de la coparticipación federal, o temas de altísima relevancia institucional como el diseño del Consejo de la Magistratura, que el tribunal viene demorando hace años.
A diferencia de la época en que Lorenzetti presidía la Corte, sus sucesores no tienen ahora el mismo poder entre sus colegas: casi para cualquier decisión son necesarias tres de las cinco firmas de los jueces. Según la fotografía actual, a Rosatti le costará bastante lograr la aprobación de Lorenzetti, lo que por contraste eleva el precio a las otras tres.
La conducción colegiada del máximo tribunal fue el cambio institucional más importante en las últimas décadas, según el cual el presidente mantiene la representación del cuerpo, la potestad de convocar a los plenarios y anunciar los temas que se tratarán ene ellos, y el manejo de algunas cuestiones administrativas menores. “No organizamos la batalla de Caseros para terminar eligiendo a un nuevo Rosas“, decían cerca del despacho de uno de los jueces luego del reemplazo de Lorenzetti por Rosenkrantz, en 2018. ¿Su nombre? Horacio Rosatti.