Investigadores de la Northwest University crearon un microchip tan diminuto como un grano de arena. El ingenio fue desarrollado para ser transportado por el viento y de esa forma brindar información relevante, como medir la polución del aire o realizar un seguimiento de enfermedades. Otro dato relevante para la salud medioambiental: puede fabricarse con materiales biodegradables.
Se trata de una de las máquinas voladoras de menor tamaño jamás fabricadas. En el video que divulga la revista Nature podemos comprobar su pequeñez: es más diminuto que una hormiga.
Para el diseño, los científicos del la mencionada universidad estadounidense se inspiraron en las semillas flotantes del álamo y otros árboles, aquellas que caen lentamente girando como pequeños helicópteros, moviéndose al compás del viento. Así logran trasladarse a distancias considerables y aumentar el alcance de su especie.
Cuáles serán las tareas de los microchips
“No pensamos en estos dispositivos como componentes de monitoreo permanente, sino más bien como elementos temporales que abordan una necesidad particular, que es de duración limitada”, explicó John A. Rogers, autor principal del estudio. “Esa es la forma en que estamos imaginando las cosas actualmente: monitoreas durante un mes y luego los dispositivos se apagan, se disuelven y desaparecen, y tal vez tengas que volver a implementarlos”, agregó.
El equipo de investigadores se basó en las mencionadas semillas voladoras, aunque las hizo más pequeñas y eficientes. “Creemos que hemos vencido a la biología. Logramos construir estructuras que caen en una trayectoria más estable a velocidades más lentas que las semillas”, celebró Rogers. “También pudimos hacer que sean más pequeñas en relación a aquellas que vemos en la naturaleza”.
El especialista de la Universidad de Northwest notó que avanzaron en la miniaturización hasta el límite en que la aerodinámica requerida lo permitió. Al respecto comentó que las ventajas de diseño comienzan a desaparecer por debajo de un tamaño determinado. Además, debían ser lo suficientemente “grandes” como para llevar sensores, fuentes de alimentación e incluso antenas para comunicarse en forma inalámbrica con teléfonos móviles.
Además de las funciones descritas, esta innovación también serviría para monitorear la acidez del aire, la radiación solar y la calidad del agua.
Aún es un diseño conceptual
Los investigadores aclaran que el desarrollo es todavía un prototipo y que, en tanto, aún no está listo para su despliegue en escenarios de la naturaleza. En ese marco planean expandir sus hallazgos con más diseños, empleando materiales amigables con el medio ambiente.
“Tenemos ideas para más usos (…) Es divertido pensar en eso”, cerró Rogers en declaraciones a Nature.