Pocos horas separaban el encuentro de anoche en el estadio José Amalfitani del aniversario de la última función de Mauro Zárate con la camiseta de Vélez: el 13 de mayo del año pasado, en la igualdad (1-1) ante Argentinos Juniors por la Superliga. El destino eligió que por estas fechas se volvieran a juntar, aunque siendo rivales, con la camiseta de Boca de por medio. Y Gustavo Alfaro, en medio del morbo que se venía generando en la previa, optó el combo que incluía el beneficio xeneize y las ganas del futbolista, como había anticipado días atrás: que fuese titular, sin importar el clima velezano hostil que pudiera presentarse.
“Va a ser muy lindo volver al lugar que me vio nacer. Lo que pase con la gente no va a cambiar mi cabeza ni lo que siento en el corazón. No le voy a pedir a la gente que me entienda, que hagan lo que sientan y nada más”, había declarado el dueño de la camiseta N°19, aunque era previsible, por todo lo que se percibió durante estos últimos meses, de qué manera lo tratarían: en sus memorias, los hinchas ya no tienen sus 56 goles, ni sus tres etapas en el club (una de ellas ante la urgencia del descenso) ni sus dos consagraciones (Clausura 2005 y Supercopa Argentina 2013).
En consecuencia, casi como una coreografía, el Fortín fue apilando en la noche de Liniers elementos que le dieron contundencia al diagnóstico. Primero, desde el altoparlante anunciaron la presencia de Zárate en el once inicial de Boca y la cancha explotó con una silbatina estruendosa, acompañado de un cántico: “El que no salta, es un traidor”. Luego, el mismo anunciante daría la noticia de que en uno de los palcos estaba uno de los máximos ídolos de la institución: José Luis Chilavert, que en la semana había puesto paños fríos a este encuentro caliente y se llevó una ovación efusiva. El paraguayo tuvo una presencia doble, porque en el alambrado de la tribuna visitante estaba colgada, más firme que nunca, una bandera con los rostros y nombres de los máximos referentes de la historia: además de Chila, se pudieron ver, entre otros, a Carlos Bianchi, Omar Asad, José Flores, Daniel Willington, Miguel Marín y Ricardo Gareca. Los ídolos “reunidos” para recibir al ex-ídolo.
Insultos a Mauro Zárate en el Amalfitani – Fuente: Twitter
00:09
Video
Aunque lo más fuerte estaba por venir: la salida al campo. Todos de pie, incluso los plateistas, para insultarlo con énfasis. Ni siquiera la entonación del himno nacional argentino, para celebrar el Día del Himno (fue el sábado), lo dejó respirar: ahí ya no solo siguió el maltrato hacia el futbolista, sino que también fue una falta de respeto y educación a las estrofas nacionales. Y, luego, al saludar a sus ex-compañeros no existió ninguna muestra de cariño. Choque de manos rápido y a otra cosa.
Difícil saber si fue todo aquel ambiente lo que también afectó su flojo rendimiento de anoche. De lo que no quedan dudas es que el desempeño colectivo, sumado a la postura de cuidar más el arco propio que lastimar al contrario, no le dejó explotar esa imagen impecable que suele mostrar desde que Alfaro es el entrenador: 11 tantos en 23 compromisos oficiales, casi medio gol por actuación. Sin embargo, lo suyo no pasó de algunos chispazos desequilibrantes a unos metros del área fortinera: siempre sin peligro.
El entrenador xeneize, de todas maneras y más allá de factores como el cansancio y amonestaciones riesgosas, prefirió no sacarlo del equipo en el complemento. Alfaro sabía que hacerlo caminar hasta la línea de cal, luego de que lo abuchearan también ante cada toque de balón, crearía un clima todavía más abrumador: Mauro sería el centro de la escena.
El partido, además de goles, auspiciaba un contexto fuerte para Zárate. Y así debió atravesarlo.
Durante toda la semana se habló de él. De su regreso a Liniers. De si era conveniente o no que el actual futbolista de Boca sea titular frente a
Vélez,
su exclub.
Y
Mauro Zárate
dijo presente. Se hizo cargo del momento y le puso el pecho al enojo de sus hinchas, que aún cuando les pidió perdón, no digieren lo que ellos consideran que fue una traición, cuando a mediados de 2018 decidió, de un día para otro, cambiar Liniers por La Boca.
Poco antes de que los equipos salgan a la cancha se confirmó la presencia de Zárate como titular, en reemplazo de Darío Benedetto. Los fanáticos del Fortín escucharon en silencio toda la formación del conjunto xeneize. Hasta que, cuando la voz del estadio anunció: “Con el número 19…..”, una estruendosa silbatina no tuvo piedad. Una bandera no tuvo piedad: “Ya te vas a romper, traidor”, decía.
Enceguecidos por insultar al exídolo, los hinchas no respetaron ni a la banda militar que entonó el himno nacional argentino (ayer fue el día de la canción patria de nuestro país, ni el minuto de silencio que se realizó antes de que la pelota comience a rodar, en homenaje a un chico de séptimo grado de la escuela de Vélez, que falleció durante la semana. El gesto de sorpresa y desencanto del uruguayo Nahitan Nandez ante esa situación fue elocuente.
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algún comentario violatorio del reglamento será eliminado e inhabilitado para volver a comentar. Enviar un comentario implica la aceptación del Reglamento.
Para poder comentar tenés que ingresar con tu usuario de LA NACION.