Héctor Jesús Lobo, un salteño de 38 años detenido la semana pasada por difundir imágenes de pornografía infantil vía WhatsApp, probablemente desconocía que el sistema de encriptación que garantiza la privacidad de los mensajes en esa app tiene dos excepciones clave: la imagen de perfil y la descripción de los grupos.
Su detención sucedió luego de que Interpol Madrid alertara al Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires que la línea telefónica de uno de los participantes de un grupo en el que se compartía material de abuso sexual de menores estaba radicada en Salta.
La empresa analiza estos dos elementos con una tecnología llamada “Photo DNA”, que busca correlaciones en un banco de imágenes de abuso sexual infantil compartido por las principales plataformas tecnológicas y mantenido por la organización National Center for Missing Exploited Children.
A la denuncia contra Lobo le siguió un allanamiento en el que se secuestraron dispositivos electrónicos de almacenamiento, soportes magnéticos, computadoras y otros elementos tecnológicos, mientras que un análisis de su teléfono constató que subió videos con contenido pornográfico infantil.